jueves, 27 de septiembre de 2012

Corta Vida en Natales (lo que veo)


La tinta se calienta y emerge a borbotones, cual herida de espada, derramando su interior infesto de letras vanas. Hablar de Natales es hablar del viento azotando los cristales y encorvando los árboles, desgarrando la superficie límpida del agua. Hablar de Natales es abrigarse hasta las orejas para aguantar el frío y mojarse en la pileta para capear el calor de febrero. Natales aparece en sueños ofreciendo su toque al que quiera alcanzarla, perla de hielo. Su historia es la de un aguacero. Llegué un Jueves hace algunos años, el viaje desde Punta Arenas es una máquina del tiempo, siempre igual, latente, solo. Pero cuando atraviesas la sierra y se comienza a agigantar Dorotea el mar corta el paisaje, la nieve en los cerros, las casitas todas del mismo tamaño, el Navimag trayendo turistas y los radiotaxis por todos lados. Natales sorprende, el primer impacto es llamarlo pueblito, por sus muchas calles aun sin pavimento, pero luego te das cuenta de que tiene todo o casi todo. Hay suficientes bancos como para ahorrar o deber, suficientes tiendas como para comprar o encalillarse y suficientes bares para olvidar. La gente de Natales no se parece al resto de los habitantes de Chile. No hay por lo general maldad en su mirada, salvo algunos demonios son todos buena gente y tienen un estilo particular de hablar y vivir. Van de paseo el domingo al supermercado, cual mall del norte. Dejan sus bicicletas en la calle sin cadena y nadie las roba, bailan chamamé y usan boinas a lo gaucho. Son secos pa tirar piedras y pa las jineteadas en Castillo. Se dan el tiempo para vivir, aunque la vida diga lo contrario. Pensé en escribir un cuento, pero La ciudad Pionera debe ir primero. Se equilibra este lugar en las personas, en el habitante singular y querido, como Ministro con dos copas de más entrando a los gringos al Ruperto. Extrañamente desde que dejó de trabajar ahí que al Ruperto entra poca gente. Personajes como Moroco, contando historias de OVNIS camino a Castillo y los Backstreet’s Boys sentados en corro posando para la foto. Natales tiene un tiempo aparte, lo primero que sucede al que llega a este lugar es olvidar los días de la semana, olvidar la fecha, vivir todos los días de la misma forma, no saber la hora, porque con el ralo sol de invierno todo el día son las seis de la tarde y en el intenso verano la noche casi no existe. Llegue un jueves buscando un rincón para escribir sin interrupciones y donde poder trabajar para vivir. Llegue con mi mochila repleta de ropa y no de sueños, esos hace tiempo que no me acompañan, llegué esperando nada, solo tranquilidad y algún escaso tipo de estabilidad. Llegué solo, a pesar que recibí ayuda en un principio. La amorosa ayuda de la Belén y la no amorosa ayuda de la otra. Comí calafate y me quedé en Natales. Vi el amanecer en Villa Cariño y comí asado en laguna Sofía. Subí a Dorotea a lomo de caballo, navegué por los glaciares y fui al parque con la que amo. Tantos recuerdos que el tiempo no permite recordar. Comí calafate y me quedé, como tantos otros, pues Natales es un pueblo de inmigrantes. Todos los que aquí vivimos encontramos una razón para quedarnos. La estufa magallánica arde alegre, la casa es un infierno y solo atinamos a abrir una ventana. La tinta hierve y escapa a borbotones, esparciendo sus palabras sobre el blanco suelo de papel. Las letras se juntan en palabras para hablar de Natales, pero solo se puede decir lo que se siente, no hay aquí corazas ni payasadas, solo el viento, solo el largo atardecer en que el sol no quiere abandonar el cielo, solo el coro de aves marinas que posan para la foto en la larga costanera. Solo tu lejano recuerdo. Tu perdido rostro, tu mano que no está. Debí llevarte a Dorotea a comer calafate.

4 comentarios:

  1. la tinta que se escapa, emerge y se recalienta. Natales frío, donde al parecer, el bar queda más cerca, después de que la vida te da los golpes de siempre. Dan ganas de conocer, ese Natales fuera de toda pompa que ilustras.. Vale!

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  2. el tempano de la tinta se derrite con el sol de invierno, aumenta su volumen y se transforma en vapor, llenando todo el vacio del hombre.. GRACIAS POR TU POESÍA

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  3. Puta, el final, loco... muy bueno.

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  4. gracias a los tres....esto solo intenta ser una forma de expresar lo que este lugar implica...saludos

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