domingo, 29 de septiembre de 2013

Agosto Sumergido.


         
          El verano comienza a retirarse del norte verde que por largos meses ha sentido y demostrado la fuerza vital que el invierno había congelado. Los árboles van adquiriendo los matices del fin del sueño estival, ese  que ha hecho florecer los campos, donde el dorado trigo se acerca ya a la época justa para la cosecha y las manzanas se doran con el último sol.
  
           El ganado cansado de engordar en la floresta se prepara  inconscientemente a ser diezmado, para así sobrevivir las granjas al invierno que nos sonríe desde la esquina hacia la que caminamos; mientras los botes a vela o a motor se deslizan casi por última vez en el agua que acoge a los retrasados bañistas que aún quedan en la orilla.

        Las calles se vacían de minifaldas y se llenan de chaquetas, las sandalias se transforman lentamente en zapatos y los helados en espresso, en las cafeterías de Gamla Stan.

          Los cuervos anuncian el contraste del blanco plumaje del invierno contra la negra nieve que los cubre. Las miradas buscan la compañía de viajeros invernales y la locura del sol comienza a escapar de los hermosos rostros de la gente del norte.

       Comienzan las responsabilidades, vuelven las clases, los trenes pasan con más frecuencia. Las flores se recogen y las manzanas maduran, mientras en la mesa cotidiana los grandes camarones le hacen compañía a los manjares restantes del verano. Es otoño y los días se hacen cortos en la bella Estocolmo, que aún se debate para continuar viviendo con la intensidad del verano y no caer abatida por el letargo del invierno.

       Esta ciudad se compromete con el sol en sus muros cansados de ver pasar el tiempo. Se compromete con la risa de quienes visitan por última vez el parque de diversiones Gröna Lund, para asistir a los conciertos de verano que ya casi  terminan. También firma un pacto con la memoria, en cada rostro que ha visto pasar verano y primavera sin esperar por nadie.
   
     Caminar por Estocolmo es toda una experiencia, los lugares son sueños separados por lagos y brazos de mar, que tejen islas como esmeraldas en la filigrana delgada que desde el cielo se deja ver entre las nubes. Djurgården en verano, el parque de Belmont, Skansen, el verde por doquier y los gordos patos volando sin miedo a cazadores ni a pedradas. Hornstull, con el increíble club  Trädgarden. Con Longholmen y sus fiestas, con tantos sitios que hacen imposible nombrar y recordar, por eso es que a Estocolmo no se la visita, se tiene un romance con ella, se la conoce, luego se le ama y en días como hoy, en que la noche se hace fría por primera vez también se le teme.
         Los puentes desnudos al sol y al viento, que han visto pasar enamorados y bicicletas. Metborgarplatsen con sus bares y sus recodos, con los árboles cansados ya de sostener el verde, que miran a los últimos asistentes a la fiesta gastar un poco más sus trajes estivales en la altura del Skrapan.
       

       Volveré a volar al norte, eso me asegura el otro yo, ese que se oculta en la otra ciudad en que a veces vivo. Volveré, porque es necesario, porque es un argumento inexpugnable el decir que vivir en Estocolmo es más que recomendable, pasar unos meses aquí es completamente necesario.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Cotidianos Desconocidos. Sentimientos Asesinos.





          Continuamos caminando como si nada hubiera pasado, a pesar de que esta sería nuestra última conversación; nuestra última noche. Lo intuía por el espacio que -por primera vez en nuestras caminatas- nos separaba. No reía como antes y yo tampoco llenaba con comentarios absurdos los vacíos de la conversación cotidiana, que esta noche se había reducido a una artillería de preguntas disparadas al aire y recibidas con monosílabos o con ironía descarada.

          Había intentado besarla y había sido olímpicamente rechazado. Con una mirada de “Seriously?” en sus ojos azules que tanto me atraen, me había explicado desde un principio que no quería involucrarse y que además no le agradaba de forma romántica mi persona, lo que me había hecho intentar con más ahínco el conquistarla.

          Había intentado besarla, la había tomado de la cintura y la había mirado a los ojos. Lo extraño es que me había mirado y no se apartó cuando vio hacia donde iban mis intenciones. De hecho, ahora que lo pienso, creo que esperaba mi movimiento para tener una excusa que le permitiera -sin remordimientos-  no volver a verme.

          Quizás me equivoqué, ya que por estos días la confianza en mí mismo no ha andado muy bien. Cada sonrisa entregada al azar es una mueca y cada palabra amable un desaire. Es  que el amor no correspondido es un enjambre de balas que de los cielos baja disparada por nosotros mismos. Por eso menosprecio mi valía, a pesar de que el rechazo recibido no tiene margen de error posible.

           Su pelo negro enmarcaba su rostro inescrutable, sus manos aferraban el vacío y mi alma no era más que un gelatinoso moho esparcido por el suelo.

          Sus dientes se ocultaron de mi vista desde que mis labios saludaron su boca por un instante.
         No volvería a sonreírme.

          Había llegado a la ciudad hace algunos meses, la conocí por una amiga en común. En esos tiempos yo buscaba algo más que un affaire; de hecho, estaba más interesado en salir de fiesta y recorrer la ciudad, que en tener una relación.
Pero, sin buscarlo, me conquistó con su falta de atención, con su inteligencia y sarcasmo, que utiliza como un arma poderosa cuando la ocasión permite que su boca lance rosas con espinas a la conversación.
 Es menuda, pero de curvas agradables. No voluptuosa; bella; aunque el problema de las mujeres así, es que al conocer lo que provocan en los hombres, sobrevalorizan su belleza, lo que las convierte en tipas lejanas y difíciles de conquistar. Generalmente también las vuelve solitarias. 

          Siempre vestía diferente. Era difícil arreglarse para salir con ella, ya que se fijaba en zapatos y en ropa; en el aspecto personal de quien la acompañaba por un momento.
Cálida y amable, era una mujer misteriosa de la que se intuía que había muchísimo más que lo que mostraba libremente a los ojos del mundo.

          Había intentado besarla y había sido rechazado. Pero a veces, el desamparo de alejarte de quien ha tocado esa fibra sensible, que lleva a cambiar de opinión y paradigma, es más aceptable que la cercanía de unos labios que jamás serán tuyos. Ese era el destino que me esperaba estando a su lado. Ser su novio sin besar jamás su boca.  Un desvarío; un amor sin tener jamás contacto físico más que un amistoso abrazo.
Por eso, mientras se aleja al espacio vacío en el que jamás la veré de nuevo, comprendo que a final de cuentas es un favor el que me hace, ya que así puedo utilizar en mí el tiempo que quería gastar en ella.

             Las calles vacías se llenaban de gente y en T Centralen las valijas de los viajeros se transformaban en risas esa tarde, esperando la llegada de la noche. El pulcro corazón del sistema de transporte de Estocolmo, esperaba con ansias la llegada de la fiesta del viernes, en que la ciudad se viste de gala para destruir prejuicios en burbujas de alcohol.
              Ella lo mira de reojo, mientras él, con la mirada perdida, se sume en sus pensamientos. Caminan  por inercia hacia el pendeltåg que los llevará de vuelta a casa. Había intentado besarla y ella - que se había sentido cohibida por la cercanía, pero insultada por lo que el roce de sus labios habían provocado- había dicho desde el primer momento que solo quería una relación de amistad.
Pero al parecer él nunca lo había entendido y solo había murmurado lo mismo que ella para no perderla. Ahora  lo sabía; como también sabía lo que sucedía en su pecho; por eso se había enojado y, furiosa, lo había empujado.
 Sin embargo había dudado solo un segundo; el momento más largo de su historia; estuvo a punto de caer en tentación y abrir la boca para recibir el impacto de su lengua. Mientras los vellos de su espalda se erizaban,  sus pupilas se habían dilatado y su pulso aceleraba cercano a la taquicardia. Todas las alarmas de su cuerpo se tensaban al impacto del beso; por eso lo había rechazado con un empujón de ambas manos;  no quería enamorarse, no quería sentir y perderse, no estaba lista para intentarlo y no quería perder su independencia.  Aunque tampoco podía dejar de pensar en sus labios acercándose y rozando su boca; no podía no pensar en la fuerza con la que la había tomado de la cintura, en aquel íntimo contacto del único beso posible entre ellos; en el dulce y salado sabor de su boca, mientras el miraba las vitrinas y se perdía en eternas preguntas sin respuesta, pensando en todo y nada al mismo tiempo; con  sus labios tornados en un enloquecido caleidoscopio de sensaciones, luego del contacto del ínfimo beso.
            Ella sube al tren sin despedirse. Él se encamina  a un bar para sentarse en la barra, luego de la refrescante caminata que por fin permite que oxígeno limpio llegue a su cerebro y baje las revoluciones de sus inconexas ideas. Ordena una cerveza mientras ella, aferrada a su bolso mira su reflejo en la ventana del tren. Con solo sombras como compañeros de viaje; abandonada a sentir por un momento; luego de borrar su número de la memoria del celular y de haberlo bloqueado en Facebook, desde  el mismo asiento en que viaja veloz a casa.
            Entra silenciosa para no despertar a su familia, dejando los rojos zapatos en la entrada,  mientras él pide la segunda ronda y comienza a conversar con esa rubia que le sonríe sin cavilaciones.
          Cuando se acostó desnuda y silenciosa, se abrazó las rodillas y se permitió cerrar los ojos y pensar nuevamente en el contacto que quedaba como recuerdo del último encuentro. Se daba cuenta de que se había equivocado; con sus eternas atenciones sin recibir nada a cambio la había enamorado. Lo comprendía ahora, mientras  una lágrima rodaba amarga hasta la almohada y su pecho se fundía en el recuerdo de unos labios que no le pertenecían.
Sabiendo que no volvería a verlo, porque no se atrevía a buscarlo ahora que se había ido, imaginaba quizás donde estaría. Probablemente solo como ella en casa. Mientras, él galopaba sobre la rubia que lo miraba con deseo, acribillada por el asalto de los ansiosos besos que tanto tiempo para otra había guardado.

sábado, 6 de julio de 2013

Horcón

Sueño aún la caleta, sueño recorrerla distraído y distante, cercano y afable, sueño la sensación de hogar, cuando el mar se tiñe de ocaso y el sol golpea la vista desde la puntilla, sueño comerme una empana del Raúl, de machas a la parmesana, entre los botes, con el viento norte pegándome en la cara, con las gaviotas planeando para encontrar reposo entre las rocas y las escasas gruesas gotas de lluvia pasando raudas a rebotar contra la arena, sueño con la mar embravecida y los botes sacados de cuajo de la playa y recostados sobre el camino, con el final esfuerzo de resistir la marea, sueño con la playa barrida por las olas y la lejana imagen del Jamil, caminando contra el viento, con los brazos a la espalda, con su gastada chaqueta color caramelo como protección contra el invierno, sueño con la fiesta de San Pedro, con los bailes chinos, con los juguetes desechables vendidos en la cuneta, con la fé prestada en esta fiesta pueblerina, con las flores amarillas cuando el invierno se retira y con los dulces del Fuyú, vendidos en la calle.
Sueño con la caleta como es, tranquila y miserable, artista y venerable, jocosa e infantil. Bestial y gallarda.
El alma de la fiesta amarga que me vio partir.

domingo, 30 de junio de 2013

Recorrido Cotidiano

Entra por la puerta central del bus, la de salida, mientras su colega abandona el volante por la puerta delantera.
El único contacto que existe entre ellos es un amigable ¡shena! que se lanzan mutuamente, con una habilidad robótica, sin mirarse a los ojos. Los pasajeros que aun habitan la máquina luego del cierre del círculo del recorrido casi no se enteran del cambio de mando en el navío. Es verano y el ciudadano cotidiano se encuentra hipnotizado por el verde que cubre casi completamente el terrario que es esta ciudad, cuando el sol y las nubes firman una tregua y hacen florecer la tierra, mientras en el bus, el nuevo flamante conductor comienza con su rito.
Se identifica con una tarjeta magnética, se sienta, acomoda el volante para su mayor eficiencia, levanta un dispositivo con una manguera a su izquierda, la sopla (me entero que es un alcohotest, por el sonido que produce cuando muestra que el trabajador está capacitado para realizar su labor), luego se abrocha el cinturón de seguridad y finalmente, da contacto a la máquina –que vuelve a la vida con un ronroneo– mientras afuera, los cuervos devoran restos de una mancha de algún sándwich que cayó al suelo cerca de un banco de madera.
Terminado el rito, el bus continúa su camino. Todo esto sin que el conductor tuviera el más mínimo cambio en la naturalidad de su rostro, todo esto sin que los pasajeros se molestaran en mirar quién dirigirá por unos kilómetros su destino.
Los gestos contenidos pertenecen a la otra ciudad, esa oculta por el tabú de las expresiones, esa ciudad prohibida, con sonrisa de hiena, donde habitan los prejuicios y los besos que nunca salieron de los labios, donde juguetean los sueños que no se cumplieron por ser una lucha demasiado cruenta para los sentidos, la ciudad que silenciosa seduce al habitante en un mortal cara y sello que agota vidas y levanta muros.
Esta sociedad funciona perfectamente dentro de los límites de una de las dos ciudades. Cada habitante hace su trabajo o cree hacerlo, cada ser es un engranaje de la enorme maquinaria de este gigantesco reloj que marca las horas perdidas de la otra ciudad, esa que no se escribe más que en papeles de colores pegados en las murallas, esa donde es normal que la gente sufra sin que los habitantes de la siguiente estación del tren se enteren, por ser de un Estocolmo diferente. Cada quien acepta su deber y conserva su lugar, mientras el recorrido del bus termina en Bromma Plan y el río azul del bus desemboca en las puertas de otro McDonald´s, uno de los cientos que pululan por ambas ciudades, de día lugar barato para ponerle algo a la barriga y de noche, refugio para los que esperan o los borrachos.
El verano muestra sus frutos delirantes. Se venden flores en plena calle, frutillas y guindas, junto con exóticas frutas de otras latitudes. Se ofrecen servicios y se anuncia otro interesante loppis, mercados de pulgas donde se puede encontrar casi todo de segunda mano a un maravilloso precio, vendido por sus propios dueños y desde el maletero del auto.
Las escaleras son engullidas a zapatazos por los habitantes que veloces intentan llegar al siguiente tren, guiados por una aplicación de sus teléfonos móviles. Impasibles y solitarios, rodeados por seres de todos los colores, pero sin relacionarse más de lo necesario con el otro. Una cultura pintada con los colores de otras culturas, como una manta hecha a base de retazos.
La máquina que quedó vacía vuelve a ponerse en marcha y se llena de gente en el siguiente paradero. Los pasajeros usan sus tarjetas para entrar al bus y saludan con educación al conductor. Luego se sientan y se sumerge en sus propias cavilaciones, mientras la vida continua y las horas de verano se van agotando, como granos que caen desde una esfera de cristal a otra, en un improbable reloj de arena que al girar de nuevo cubrirá de blanco el paisaje y las emociones de la hermosa ciudad que es Estocolmo.


viernes, 28 de junio de 2013

Amor versus razón, una batalla perdida

Qué es la vida, sino una sarta de prejuicios, una serie de errores baratos y de conocimientos sin trascendencia, que solo en el vacío de la incertidumbre?
   Qué es el hombre, sino una bala loca que cabalga rauda al encuentro de la muerte?
Qué eres tu, sino un sueño, que hace tanto tiempo con vida me mantiene?
     He visto tu nombre en cada calle, tallado a fuego en cada estallido de deseo y en cada caricia contenida. He visto la luna y la ausencia pasar delante de mi puerta, sin dar señales de vida y sin que me importara más que un papel sucio la existencia.
   He visto alzar iglesias y derribar escuelas, trazar caminos entre perdidos bosques, barcos hundidos en el olvido, temblores y vacios en la soledad de una cama compartida.
   He jugado a perder, por ser mas fácil acertar a la estadística. Me he disfrazado de pirata para robar un beso y de idiota para decir te quiero.
   
Quizás la vida es solo ser parte de la explosión galáctica que ha dejado la expansión de la materia. Quizás somos recuerdos de otra época, porque el hombre no conoce su destino y a pesar de soñar la vida eterna está desnudo y cayendo al vacío.

                                Tal vez tu no existes, te he creado en los límites de la poesía y la razón, pues el brillo de tus ojos no se compara con nada que en mi caminar viera antes.
   Si no existieras  aun vivirías, ya que eres inmortal entre mis letras.

jueves, 27 de junio de 2013

A primera vista, recordada siempre

Desbordantes delirios consumen la memoria al recordar el brillo de sus ojos,  la tierna sonrisa a medias que llevaba haciendo imposible no mirarla, la picardía que inteligentemente asomaba en su retina cuando era necesaria. No quiero hablar de un modelo revolucionario de mujer angelical o lejana a la realidad humana, ya que en realidad lo que aumentaba el impacto de conocerla era su admirable sencillez, ya que su belleza no era forzada, era natural para ella, sin embargo conocía el poder que su presencia irradiaba y lo que provocaba en quienes se acercaban lo suficiente como para ser eclipsados ante su mirada, pero  su mayor belleza era solo visible al lograr conocer su manera de pensar y su inteligencia. La conocí de casualidad, gracias a una supuesta mujer que jamás logre a ver, quien hizo un comentario en un sitio de internet para viajeros, ella respondió y yo conteste, pensando que se trataba de la misma persona, no de una de esas princesas de antaño, que provocan un cambio en tu corazón con solo habitar por un segundo el mismo tren. No hablaré acerca de su nombre, ya que  es solo una burla el nombrar semejante ser con palabras humanas, no intento  enaltecerla, solo intento ser un observador parcial, pero es imposible no decir estas palabras al hablar de su presencia.
     Cuando la vi por vez primera  supe que me perdería en ella, por eso intente evitarlo con todas mis fuerzas, creándome una imagen mental diferente de su personalidad, haciéndome creer que era una persona superficial y solamente un rostro bonito. Los errores comenzaron cuando por fin tuvimos la oportunidad de conversar. Descubrí en ella una persona madura, pero con el alma joven,  descubrí que cuando ella se acercaba el aire tomaba un aroma distinto, como el que despiden las madreselvas cuando llega la tarde, solo que su luz no dejaba que la noche fuera tan oscura.
             Se vestía bien, con estilo y elegancia, con un dejo casi de descuido, que le daba un aire aun de mayor manejo en escena. Tenía y tiene el aspecto de un cisne alzando el vuelo,  con todo el mundo para ella y con toda la vida por delante, tiene la capacidad de entender a quién habla con ella a pesar de que intente ocultar sus ideas en palabras hostiles. Lo intenté y no funcionó, le fue fácil desnudar mi alma.
     Hay algo de magia en ella pero es difícil lograr desvelarla, es como si hubiera nacido para que la amaran, es como si con ella pudiera alcanzar hasta la meta más alocada. Es que, con una persona como ella no puedes ser sino la mejor versión de ti mismo, es la única manera de compensar lo maravillosa que es la experiencia de encontrarla.
   Caminó de prisa después de ese último encuentro, a veces responde mis mensajes cuando le alerto de que sigo vivo, pero fuera del territorio de los sueños jamás la volví a ver. Temió  quizás mis palabras, tal vez tenía razón al decir que no era suficiente, ya que desde donde estoy aun no logro volar a su lado.
  Recuerdo aun su joven rostro, a pesar de que han pasado años, comprendo ahora con el tiempo que si pude haberla hecho feliz, antes de que otro lo lograra, ya que espero que consiguiera la vida que añoraba.

      Cobarde fui, debí robarle un beso, pero no se puede mancillar una princesa con el toque de un jinete del desierto.

sábado, 25 de mayo de 2013

Miercoles de madrugada en Stockholm Centralen; cuando la ciudad muestra su otra cara



Me puse a recorrer las calles vacías de comercio y repletas de borrachos, observando los estragos de una noche de miércoles, el impactante el cambio de la ciudad, o mejor dicho del habitante, ya que luego del acostumbrado frio semblante de la gente de Estocolmo podemos ver un poco de alegría en sus rostros, mientras la noche termina y luego de la agradable velada uno a uno los bares comienzan a cerrar.
     Una rubia platinada con pinta de modelo de pasarela baila ebria pole dance con el fierro de un disco pare, frente a Spy bar. Un hombre fuma sentado en la vereda, con cara de perdido. Mucha gente duerme en las puertas de los grandes almacenes, rogando por unas monedas para continuar su miseria. No se ve delincuencia y eso es una gran cosa, pero si grupos de inmigrantes africanos segregados  y solitarios, en las esquinas. Fumando un compartido cigarro,  esperando a que el día comience para buscar una solución inexistente a sus problemas.
             La gente busca su rumbo, como perdidas hormigas, luego de que se borrara con insecticida el camino que debían realizar para volver a su nido. Las  estaciones del metro se cierran y la gente queda en la calle, esperando en cualquier lugar, ya que el servicio de buses no es completo, los taxis además son caros, así que la alternativa es entrar a algún 7 eleven o MacDonald´s, los que no serán gran cosa, pero continuan abiertos las veinticuatro horas. Aquí vuelven a aparecer los ciudadanos que no están contados en las encuestas, en grupos entran, asiáticos que toman redbull, latinos que fuman y toman café, africanos que se sientan a esperar con mirada de resignación, con las valijas aun siendo cargadas, sin tener donde ir, ya que la ciudad de madrugada muestra una cara que no sale en las noticias, una cara que tiene jóvenes suecas con vestidos de fiesta y que caminan ebrias buscando a sus perdidos amigos, con policías en grupo tomando café en un minimarket, con asientos que solo pueden ser usados por ellos, con los empleados de la ciudad lavando las aceras, con algunas prostitutas que pululan cerca de las avenidas y con el cielo que pronto se aclara.
          Se transforma en ciudad real el increible espectáculo que es Estocolmo, dura de noche, pero no tanto como para parecerse a otras urbes, ya que algo falta para tener la tristeza de las ciudades de latinoamérica o las principales capitales donde la vida es más esquiva, acá no hay niños de la calle pidiendo monedas o vendiendo flores, aca no hay jaurías de perros vagos que atacan a los taxis, acá no se ven fumadores de crack en cada esquina ni nadie le dispara a la demás gente sin razón aparente. Pero a pesar de lo que se crea que aparezca esto no es culpa de los inmigrantes sino de la diferencia entre los segregados habitantes de la ciudad que viven en barrios distintos dependiendo de su origen y que además son tratados dependiendo de su origen, porque los paíces desarrollados olvidan que la mano de obra barata que usan sus empresas en el tercer mundo son los padres de estos inmigrantes, porque olvidan que para que este estilo de vida pueda ser posible se explota y se exprime el territorio de donde esta gente proviene.
         Sin duda para evitar que sucedan en esta sociedad los terribles eventos como la decapitación del soldado británico en plena calle o las matanzas habituales de estados unidos deben cambiar las políticas distintas acerca de los orígenes de los ciudadanos de Estocolmo, ya que es la única manera de frenar el resentimiento que se respira en las calles, mientras las estaciones se abren y todos vuelven a sus casas, con caras de cansancio luego de la jornada de trabajo, con caras de dañados luego de la jornada de juerga o con cara de vacío, quienes buscaron todo el día una oportunidad y ahora marchan a otro lugar, buscando al azar donde puedan pasar el día.
         Conocí a dos hermanos de Nigeria que venían de trabajar en España donde por culpa de la recesión ya no tenían trabajo, se fueron con sus maletas quien sabe donde, mientras mi espera terminaba con la llegada del día, así que por fin tomé el tren para poder ir a descansar, entendiendo de mejor manera el funcionamiento de la sociedad, entendiendo que no existe el paraíso, aunque sin duda este lugar es en muchos aspectos mejor que otros que he conocido, ya que caminé por sus calles sin ver peleas, asaltos, sin ver niños de la calle, sin ver pandillas ni perros vagos, solo viendo alcohol y fiesta, orden, seguridad, pero todo acompañado por una invisible pero palpable desigualdad.

Estocolmo de noche; de estoicas estatuas a salmones desovando





           La ciudad solo crece o se transforma, nunca cambia, sin embargo la gente, el habitante cotidiano de sus calles si lo hace, diariamente muta, pues el ser urbano es una suerte de camaleón, de caleidoscopio, de diferentes puntos de vista. Una marioneta de la moda y una disculpa para el sistema.
     El péndulo en el que el sol y la luna compiten por la supremacía también interfiere con el ciudadano y con el estilo y características psicológicas de el organismo vivo que es la ciudad completa, Algunos entran en reposo, encerrados en las antiguas casas de Estocolmo o de los suburbios, en las que segregados cada vez más viven los inmigrantes, pero otros abandonan sus madrigueras y pululan ya rumbo a las estaciones en las que desde el inframundo que es el metro se puede subir al espectáculo de la noche, en los barrios de moda que aparecen en la ciudad.
    En las horas sin luz la gente se ha transformado y lucen cual aves en temporada de apareamiento sus mejores galas, para impresionar a los demás con sus vistosas vestimentas.  Son atraídos los unos hacia los otros ahora, con una suerte de fuerza centrípeda, como la que atrae la luna a la tierra, no permitiendo que salga disparada hacia el espacio, como en una onda de choque, como no ocurre generalmente en esta ciudad, ya que los ciudadanos se transforman en las noches de alcohol  de estoicas estatuas a salmones desovando, convirtiendo los rostros frios en fábricas de feromonas que esparcen su polución deliciosa en el cerrado aire de los vagones del tunelbana.
     Aparece el alcohol comprado de antemano en los ridículos system boludos (Cristian Vila) reemplazando las eternas conversaciones sin importancia por la mensajería del iphone de moda que casi todos tienen, es que, de lunes a viernes la gente no se mira, no se dice nada, no hace gestos, no pregunta e intenta relacionarse lo menos posible con los demás, pero el sábado una suerte de día libre de moral se da en ellos y los cuerpos se disparan los unos contra los otros, aunque sin embargo, las buenas costumbres persisten y se rechazan justamente antes de que la interacción ocurra. Aun así, es muy divertido ver a las rubias platinadas, con decolorados cabellos cercano al blanco y cuerpos perfectos y bellas chicas de todos los orígenes muestran sus atributos de la mejor manera posible, mirando a los galanes de turno, mientras ellos las miran como siempre, dispuestos como cuervos a tomar  la presa más cercana. La noche madura y la ciudad se marea en las burbujas de alcohol que se reparten por las calles más concurridas.
     Slussen se llena de cuervos que se confunden con la negrura de la noche, las caras se disfrazan ya de oscuridad en las miradas. Provienen de todas las latitudes y cada cual está ya más dañado que el anterior, pero con la confianza de dos copas de más, acercándose  seguros en negras bandadas a saborear un trozo de la carne moribunda de una alcoholica presa.
    Cuervos todos, cuervos devorando cuervos.
    Sobrevive también la mañana todavía en las miradas, pero cada vez es más tenue el recuerdo y el alivio de un prometido amanecer que no tiene intención de aparecer, o cuando el cielo lento se empieza a clarear en el este se entiende que es la noche la que no quiere abandonar su reinado y que retrasa el avance del sol, que sin embargo se acerca sin prisa para teñir de color al mundo.
 

  Al momento en que el blanco y negro de la noche es remplazado por el día aparecen a la vista plazas repletas de flores y se descubren árboles con todas las tonalidades posibles de verde, rodeando cada rincón excento de concreto, mientras las revoluciones bajan y los latidos de los alocados corazones se aquietan, intuyendo que la noche ya termina y que hay que tomar una serie de desiciones consultando lo menos posible con el alcoholico amigo que se adueña de cada estómago, aparece entonces el requerimiento de la carne para compensar el ritmo perdido en la retirada del imperio de la noche, ya que nada oculta peor la realidad que dos copas en el cuerpo.
     Las parejas se arman y se desarman, muchos duermen en el metro, derrotados o solitarios, acompañados o triunfantes, borrachos o estoicos, pero todos habiendo dejado olvidado en algún vaso el stress de la semana, ya que este relajo del sábado por la noche es lo que permite que la ciudad siga su curso y cada cosa sea más fácil de soportar y de querer, aunque los ciudadanos de la Venecia del norte están alienados en su realidad y no notan realmente la suerte que tienen de respirar el aire de estas latitudes y de vivir aquí, segregados a veces, ya que por fin las diferencias son notorias en el día que comienza, cuando los suecos pasan ebrios buscando un taxi y los inmigrantes esperan a que el día comience de nuevo en algún supermercado abierto las veinticuatro horas o esperan a que vuelva a correr el tren por los gastados rieles para regresar a sus guetos en los suburbios. Aunque por lo menos por un par de estaciones todos comparten el mismo tren, pero mientras más se aleja este del centro más oscura se pone la piel de sus ocupantes, mientras que la gente se sacia de sociedad en este último instante de la ya lejana noche, pues al despertar el domingo la buena onda se cuelga junto con los vestidos y camisas de fiesta, para solo volver a aparecer cuando la semana termine y los rostros vuelvan a tornarse expresivos y alegres, por unas horas en que ya nada es importante y la vida es fácil.

lunes, 6 de mayo de 2013

Decimas a Don Lautaro Parra Sandoval

De tan lejos yo he venido
Para poder conocerlo
y saber que no es un cuento
el talento que ha traido,
porque usted ha comprendido
que la musica y el hecho
de respetar las raices
con el poncho muy buen puesto
es representar a Chile
y por eso ser chileno

Jose Lautaro es su nombre
pero el Tio Talo le llaman,
cuando invitan tu guitarra
y su talento que esconde.
Por que sin saber ni donde
es que salen esos versos,
de su corazon travieso
o de su cerebro claro,
es placer del musiquero
conocer lo que ha mostrado

Es saber muy fino el hombre
y es tambien el folcklorista,
talentoso como artista,
una joya entre sus pares,
por que son como animales
en comparacion y nombre,
cuando toma su instrumento
pa entonar unas canciones
porque tiene condiciones
para ser un gran talento

El marco sabio camino
con bandera una guitarra
como tantos otros Parra
los mejores sus hermanos
que se dieron bien la mano
para darle voz al campo
al mar bravo, al cielo claro
a la gente de la tierra
cuando el talento que llevan
inmortalizan su canto

Voy a recordar al sabio
que es mi abuelo y es Lautaro
ques la copla y que es el canto
que es el alba y que es el rio
que es el viento del estio
que me llevo hasta su lecho
porque aunque lo vi desecho
su talento resaltaba
lo recuerdo tal cual era,
un milagro su guitarra

Fue marino, cuando joven
pero siempre fue cantor
fue escritor, fue literato
de decimas gran tallador
de la vida un luchador
sin tener miedo ni duda
y nos deja de legado
las canciones del pasado
porque el recopilador
a los cielos ha volado

jueves, 2 de mayo de 2013

1 De mayo en Estocolmo; Frihet och solidaritet



    Un día después de la tradicional quema del invierno, en que se prende fuego a lo viejo en la Venecia del norte, recordando las tradiciones paganas del pasado, con alocadas danzas y ríos de alcohol desfilando entre los mas jóvenes asistentes al rito, bajo el clima aun frio de la primavera, amanece la ciudad con un primero de mayo luminoso, cálido, con solo una leve brisa fría como recuerdo del duro invierno que vistió de blanco por largos meses la hermosa ciudad de Estocolmo, una ciudad cosmopolita por excelencia, donde en relativa armonía conviven personajes diversos, de pueblos, tradiciones y religiones antagónicas, donde se puede encontrar vino chileno, dulces naranjas egipcias, condimentos árabes o fideos chinos en los mismos establecimientos que venden productos locales, atendidos por hermosas chicas que parecen sacadas de revistas de moda. Es que  todo brilla en el sol de primavera, mientras en Medborgarplatsen las multicolores banderas con consignas socialistas y no tanto se agrupan, entre otras que representan colores de patrias lejanas, sobre las cabezas de los ya miles de asistentes a la reunión, que conmemora la cruenta masacre obrera de Chicago, en la que una bomba fue arrojada matando a un policía e hiriendo a otros, solo para recibir como respuesta el fuego armado, asesinando a mas de cuarenta obreros, el 4 de mayo de 1886. Como consecuencia de este hecho el estado resolvió culpar de la masacre a 8 dirigentes obreros, que fueron condenados a la orca. George Engel, Samuel Fielden, Adolph Fisher, Louis Lingg, Michael Schwab, Albert Parsons, Oscar Neebey y August Spies, quienes luchaban por el respeto de los patrones a la jornada laboral de 8 horas.
         127 años han pasado desde estos funestos hechos y la gente se reune en Medborgarplatsen, preparándose para marchar hasta Gamla Stan, la ciudad vieja, donde se reunirán y escucharan o gritaran consignas acerca de la libertad o repudio contra desconocidos dictadores que subyugan a lejanos pueblos, lejanos, pero que sin embargo están cerca, ya que muchos se han refugiado en  Suecia para intentar de algún modo continuar con sus vidas, por eso no es extraño encontrar tanta solidaridad entre los pueblos que son en realidad el mismo pueblo, ya que a fin de cuentas, un día como hoy recordamos que somos todos ciudadanos del mundo, obreros y que  la Tierra es la única madre para todos.
       Es importante recalcar que en estas latitudes la marcha se vive de una forma distinta, recordando tambien que el 14 del mismo mes, hace 82 mayos   cinco obreros que realizaban una manifestacion pacifica fueron asesinados por militares en  Frånö Folkets ParkÅdalen, por lo que el dolor lleva a marchar muchas veces en silencio, recordando que en estas tierras como en tantos otros lugares los obreros tambien han sido masacrados.
          En latinoamerica en cambio las marchas se acompañan por desordenes y saqueos, por grupos de encapuchados que empañan el acto, mientras la policía dispara criminalmente balas de goma o de pintura a las caras de quienes destruyen y quienes no. En oriente medio las policías actúan de forma aun mas criminal, disparando a quema ropa hasta los grupos de asistentes, creando viudas y martires de los movimientos sociales que crecen junto con la desigualdad, mientras en Estocolmo la marcha todavia discurre con facilidad entre las calles, solo se lanzan consignas, solo se disparan gritos y la policía solo resguarda que el trafico no afecte a los marchantes, mientras el sol tiñe las paredes de los pulcros edificios y las flores del cerezo comienzan a abrirse a la primavera.
        Se ha probado en el llamado tercer mundo que sin desmanes no llegan los medios y sin ellos las pancartas no aparecerán en los diarios y televisión, hacienda las manifestaciones inútiles, pero acá un gran sentido republicano se deja ver en todo su esplendor mientras los comunistas, los inmigrantes, los obreros, anarkistas, grupos de liberación animal y de apoyo a los indígenas caminan sin estorbarse, solo con aires de solidaridad y participación, para alzar su voz hacia un sentido humano, luchando por necesidades que el pueblo de Suecia directamente no comparte, pero si que sufre al saber que lejos de sus fronteras la desigualdad supera en demasía los limites que la moral y la cordura pueden aceptar, porque a pesar de tener una economía fuerte, un sistema social excelente, un acceso a la educación notable o un bellísimo sistema de transporte las noticias vuelan y la comunión con otros pueblos determina la capacidad de reacción y de conciencia con lo que pasa donde el mundo aun se mantiene mas oscuro.