miércoles, 19 de noviembre de 2014

Insomnio

El tiempo se comporta como el agua, muta y cambia.
Cuando el apuro nos corroe los segundos se atropellan,
burbujeantes saltos y cascadas en la perdición de los instantes.
En la espera transitamos por manglares,
ausentes casi de marea y movimiento,
perdidos entre las marañas de palabras pronunciadas en nuestras cabezas. Esas  que disuelven nuestro cuerpo.
Las horas son esferas, copos de nieve que caen sobre las heridas.
La nieve se aglomera en la memoria, en el desconcierto silente de volar a la deriva.
Los minutos son pistones, carraspeos de hielo en la negrura
, son instantes entre danzas pasajeras.
Vendavales y quimeras, sin rostro.
Son despojos de segundos y promesas de las horas.
El día no es más que una doncella descalza que baila sobre espinas,
con  la sonrisa torcida de quien sabe que no volverá a pisar sus propios pasos.
La vida es la cresta de una ola, el vuelo que precede a la caída.

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