viernes, 8 de agosto de 2014

Los sueños

Los sueños caen de los estanques de la memoria,
como gotas pasajeras del carril de la vida.
Las horas son arpegios de recuerdos,
que nos guiñan un ojo en la despedida.
Morí y he vuelto,
lo confirma el otro yo,
ese que se quedó en aquella casa,
en aquella risa.  En aquellos ojos.
Lo confirma mirar por la ventana,
sin poder recordar la ceguera que sembraste.

Los sueños caen como gotas contenidas,
desde el estanque de la memoria hacia el olvido.
Los sueños se disparan en la frente,
con balas de plata, que guardaban para otros.
Las horas son las hojas del bosque inmaterial en que me pierdo,
cosechando máscaras pintadas de silencio.
Tapiando puertas,
 para no volver a ser quien fui.

Los sueños son abismos,
en los que el pudo ser se funde con el somos.
Los sueños son las olas, que carcomen la roca en que me callo.
Los sueños son la fuerza que lleva a Lázaro a despertar otra vez en su miseria.

Somos eternamente irresponsables de vivir,
somos el sueño de quien no sueña nada,
somos arpegios de silencio,
yesca y pedernal en la tormenta.
Somos la soga que sostiene  a quien se cansa de luchar,
haciendole creer en imposibles.

Los sueños son prestados,
parásitos que crean universos paralelos.
ciénagas donde guardamos al que no quisimos ser,
viento que remueve las conciencias
y la amarga sal  que nos corroe y nos libera.
Los sueños se cansan de caer de los estanques del vacío,
cambiándose de casa,
para ser quimeras de otros ojos,
de otros seres que vivirán por ellos
la vida que los sueños nunca engendran.

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