jueves, 13 de enero de 2011

Protesta del gas en Magallanes

Lo de Magallanes es un ejemplo, un frenazo a los abusos de la oligarquía política, gozadora de un status de primera clase, a expensas de los demás chilenos. Todo sube, mas no los sueldos, y mientras el reflejo de las negras banderas ondea en las frías aguas del estrecho de Magallanes, en Santiago los automovilistas hacen fila para llenar los estanques antes de la anunciada alza en los combustibles. Millones consolidan sus deudas para seguirse endeudando, millones entregan íntegros sus escasos sueldos para cubrir los créditos adquiridos, mientras los hermosos y confiables rostros de televisión, sonríen a la cámara con todos sus dientes y cual traficantes de armas se llenan los bolsillos haciendo creer a la gente que necesita un plasma o un teléfono más grande, o convenciendo de tomar un crédito de consumo a 36 meses, dando un bienestar a corto plazo, para saciar la necesidad de consumo, pero dejando tras de si, tres años de cinturones apretados en el que solo se puede subsistir mediante otro endeudamiento. Pero si la Tonka, o el Felipe, o el de turno dice que necesito una tarjeta, que le voy a hacer po, si es quien me lee las noticias, o el rostro que me acompaña en la mañana. son unos frescos de raja, unos juntacadáveres, unos imbéciles que no toman el peso de sus acciones, o quizás se dan cuenta, pero es más fácil hacerse el desentendido.
En esta extraña modernidad-que más parece un mayorazgo 2.0-El ciudadano ya no existe, ha mutado en consumidor, con cosas caras en sus casas y bolsillos, pero sin identidad ni derechos, solo quedan, como mucho los derechos del consumidor, pero de los derechos ciudadanos, ni la sombra. Es mucho más importante que te devuelvan un artículo defectuoso a que respeten el horario laboral. Es más importante lo que pasa en la telenovela que en la casa. Es muchísimo más importante lo que tengo que lo que soy. Nos han engañado, nos han cortado las piernas y ahora cobran por dejar ver nuestros miembros mutilados, nos cobran por usar sus muletas, y sonreimos a la camarita amiga, porque es más fácil.
Hemos vuelto a ser calicheros, nos pagan con fichas, el excedente de los gástos básicos de una casa queda reducido al suficiente para cubrir los créditos, haciendo necesario para el subsistir de una familia que vuelva a endeudarse.
Lo de Magallanes es un ejemplo, un recordatorio de que los oprimidos somos muchos más que los opresores, de que si dejamos de usar algún servicio tendrán que bajarnos las tarifas, de que si dejamos de pagar los créditos el sistema se desploma, pues subsiste a base de un dinero que generaremos en los meses venideros.
Si dejamos de creer que debemos obedecer notaremos que somos fuertes, si vuestro brazo empuña otra vez la espada puede recordar su antigua fuerza-jrr tolkien-.
La humanidad tiene el deber, más que el derecho, de hacer lo que quiera con sus vidas, de tomar sus propias desiciones, yo no me creo más el cuento.

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