martes, 30 de octubre de 2012

Por favor comprenda

Llevo catorce años trabajando en la misma empresa, en el mismo puesto de trabajo, con casi el mismo sueldo, no me estoy quejando pero quiero que me entienda.
          Mi papá también trabajó en la empresa y empezó cuando solo arrendaban un galponcito en recoleta, yo entré cuando se trasladaban a su terreno en el barrio industrial, ahora tienen un complejo de sesenta mil metros cuadrados, con sucursales en tres regiones, con más de doscientos camiones y cuatro mil empleados y sigo trabajando en el mismo puesto y con el mismo salario que hace catorce años. Mi papá murió a poco de jubilar y con sus ahorros nos alcanzó justito pa enterrarlo, yo heredé la casa que el arrendaba y sigo pagando arriendo, pido fiado donde la vecina que tiene el almacén del barrio, tengo cuatro hijos que alimentar y casi no alcanza, salvo por los mágicos esfuerzos de mi señora, una mujer abnegada y trabajadora que perdona incluso los golpes que alguna que otra vez le doy cuando el trago y la frustración arquean mis espaldas. El mayor de los cuatro chiquillos tiene catorce y anda fumando pasta, a pesar de que le saqué la cresta a correazos, pero las malas juntas pudieron más que los consejos.
          Repito amigo, no me estoy quejando, solo quiero que me entienda, usted se va a viajar cada verano a un país distinto y al menor de los míos aun no he podido llevarlo siquiera a la playa.
¡Escúcheme¡, atención, aquí, míreme a mi. Silencio.
          Su hija tiene 17 y maneja un hermoso autito  y los míos juegan a la pelota con los zapatos del colegio.
          Su mujer va al gimnasio y la mía lava ropa ajena para llenar la olla cuando usted se atrasa en pagar los sueldos, mientras  come en restoranes y yo lleno la guata con pan la última semana del mes.
          Quizás usted me llame un resentido, pero solo explico las cosas como son.
          A los 55  va a estar jubilándose y yo todavía trabajando. A los 65  se va a ir a un crucero y jugará golf mientras que a mi los huesos no me van a dar para levantarme por lo gastado que a los treinta y dos  ya tengo el cuerpo.
           El miércoles pasado, día veintisiete de julio le pedí que me diera un adelanto de veinte luquitas para un remedio pa mi mujer y me dijo que no tenía plata, ahora esta internada en la posta central conectada a un ventilador, por tanto pasar frío en este crudo invierno que recién comienza.
           Me entiende ahora cuando le clavo este cuchillo en la guata viejo miserable, viejo de mierda, sanguijuela, chupasangre, explotador.
           Decídase y muérase de una buena vez para que deje de gemir como los maricones, antes de que me ensañe y en vez de cobrarle una puñalada por año le cobre una por día trabajado en su puta empresa de mierda.
           Mire como le saco las tripas llenas de comida rica, maldito explotador... Esto que ve aquí saliendo son sus intestinos, su sangre es roja como la mía, pero son azules sus tripas, le duele...¡QUE TE DUELA VIEJO DESGRACIADO¡. Como a mi me duele la rodilla cada noche después del accidente que me tuvo en cama cuatro meses en el dos mil cuatro, cuando me pagó solo la mitad del sueldo en esos cuatro putos meses, obligándome con ello a ir a trabajar con dolor, cojeando a su maldita faena. Le duele señor, zi zeñor, zi zi zi jefezin, así le gusta que le hablen, maldito mal nacido.
          Deje de mirarme así, con esa cara de susto, si no puede hacer nada, enfrente su destino como un hombre, o sabe que mejor míreme tomar su vida, míreme destrozarle los deditos con los que agarra el palo de golf, míreme y agradezca que no fui a cobrar con su familia, que sigo siendo yo un hombre decente. Míreme, ¡MÍRAME¡.
          Al otro día, cuando la labor comenzaba encontraron a Juan aun con el arma aferrada y dando puñaladas al frío cadáver de su jefe, tenía los ojos en blanco y sentado a horcajadas sobre sus piernas continuaba haciéndole hoyos en el cuerpo, cobrándose venganza, sin sentir, sin saber, sin hacer caso a nadie, hasta que después de quince minutos en que sus inmóviles compañeros no pudieron interferir ni dejar de mirar la escena, en un profundo estado de catarsis apareció una patrulla y luego de mil gritos tuvo que ser abatido por las balas de la policía.

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